En un contexto de alta carga emotiva, Ignacio “Nacho” Russo, fue titular esta noche en Rosario frente a Newell’s, tan solo horas después del fallecimiento de su padre, el reconocido entrenador Miguel Ángel Russo.

Desde el minuto previo al partido, la atmósfera fue intensa: durante el minuto de silencio, Nacho no pudo contener las lágrimas, y fue respaldado tanto por sus compañeros como por rivales y autoridades presentes.
A los 22 minutos del primer tiempo, Nacho recibió una habilitación de David Romero, remató y concretó el 1-0 para Tigre. Su festejo fue íntimo y cargado de sentimiento: se arrodilló, cubrió su rostro, besó el brazalete negro que llevaba en el brazo y miró al cielo, dedicando el gol a su padre.


En declaraciones posteriores al encuentro para ESPN, el joven confesó que decidió jugar “porque lo necesitaba para mí… y porque él también quería que juegue”, y reveló que contó con el acompañamiento del entrenador Diego Dabove y del club.
Con la voz quebrada, Nacho expresó:
“Hoy es un día para recordarlo con una sonrisa, porque él tenía algo característico que era la sonrisa. Es un beso al cielo y debe estar feliz en dónde esté.”
Además, añadió que muchas veces no dimensionaba “la magnitud de lo que él generaba o de lo que él era”, porque para él simplemente era su papá con quien conversaba, discutía, compartía momentos cotidianos.
Entre las enseñanzas que Nacho dijo haber heredado de su padre, destacó la insistencia, el trabajo diario y el valor de no rendirse: “Nunca tirar la toalla, todos los días… empezar de cero”.
Agradeció también el apoyo recibido del mundo del fútbol, de clubes, periodistas y de la gente que ni siquiera conoció a Miguel Russo, pero que igualmente mostró su afecto en estos días.
El partido finalmente terminó empatado 1-1, luego de que Newell’s igualara poco tiempo después del gol de Nacho.

