El Xeneize supo golpear en los momentos justos y ganó 2-0, aunque pudo ser más amplia la diferencia, asegurando su lugar en la próxima Libertadores. El equipo de Gallardo jugó mal, no supo reaccionar y quedó al borde de jugar Sudamericana el año próximo.

La tarde soleada de Buenos Aires, en la Bombonera, fue testigo de una nueva edición del SuperClásico Argentino. Boca, que llegaba en un buen momento, recibió a un River que venía en su peor momento en la última década, con ocho caídas en sus últimos diez partidos. 

El primer tiempo fue disputado, sin un claro dominador ni muchas chances. Ambos clubes se medían sin acercarse mucho a los arcos. Lo más relevante fue que, a los 30 minutos, Maxi Meza se lesionó y tuvo que salir reemplazado, entrando Matías Galarza en su lugar.

La paridad se rompería en el cierre del primer tiempo, en el tiempo de descuento, cuando Ayrton Costa mandó un pelotazo en largo que fue peinado por Milton Giménez y le quedó a Exequiel Zeballos, quien encaró, remató y, ante el rebote de Armani, definió a arco vacío para el primero de la tarde.

Luego de cerrar en alto el primer tiempo, el comienzo del segundo sería aún mejor, ya que al minuto de juego ‘Chaguito’ hizo otra gran maniobra individual por la banda izquierda, entró al área y tocó con Miguel Merentiel, y la ‘Bestia’ solo tuvo que empujarla para el segundo gol Xeneize.

En el complemento Boca dominó, tuvo varias chances para aumentar la ventaja, incluyendo un gol anulado a Merentiel por un claro offside, y prácticamente no sufrió en defensa hasta el cierre. En los últimos minutos, el Millonario tuvo chances para descontar, pero no se mostró efectivo.

De esta manera, Boca se llevó un triunfo bisagra. Cortó una racha de dos SuperClásicos con derrotas en la Bombonera, aseguró su lugar en la próxima Libertadores tras dos años de ausencia y se posicionó en lo más alto de su zona, asegurando la clasificación a octavos. Y todo esto lo logró hundiendo aún más a un Millonario que no parece encontrarle la vuelta a su mal momento.

River sufrió el partido, jugando con una inusual formación inicial que Gallardo desarmó en el entretiempo. La pasó mal en defensa y fue inofensivo en ataque. El equipo volvió a quedar en deuda con su gente, decepcionando una vez más en un partido definitorio y jugando mal.